29/5/22

¿Qué pensaba Flora Tristán?

De vida personal turbulenta y de origen franco-español-peruano, Flora Tristán (1803-1844) es la primera mujer en tratar el tema de la mujer de forma clara y de ponerla en un primer plano dentro de la Historia intelectual del socialismo. Sus vivencias personales (su propio marido trató de matarla) y sus observaciones de la situación de la clase obrera la convencieron de que su misión era la de emancipar, a la vez, a la clase trabajadora y al género femenino (Cole, 1953, pp. 186-188). Su figura ya estaba mitificada en su propia época, siendo denominada por algunos autores como una femme-messie (“mujer mesías”)mujer liberada y liberadora. En este artículo trataremos de presentar las ideas principales que emanan de su obra, y de definirlas en términos actuales.

Su plan de acción para la emancipación consistía en la creación de una organización única para la clase obrera no limitada al ámbito nacional, sino destinada a defender los intereses obreros en todo el mundo. Este objetivo lo plasma en su libro Union ouvrière publicado en el 1843, un año antes de su prematura muerte de fiebre tifoidea a los 41 años. Los integrantes de esa hipotética organización aportarían una pequeña suma de dinero que iría dirigida a la emancipación de la clase obrera mediante el establecimiento de “palacios” que harían la función de escuelas, hospitales, centros de cultura… para la clase trabajadora. Además, por supuesto, esta organización protestaría contra los privilegios y defendería el derecho al trabajo (Cole, 1953, pp. 188-189). Estas reclamaciones eran, quizás, demasiado ambiciosas para su época, no encajando con la cultura política del momento (Talbot, 1991, p. 227).

Lo más interesante e innovador de su obra son sus propuestas en cuanto a la situación de la mujer, cuya igualdad de derechos con los hombres consideraba uno de los pasos más importantes para la emancipación de la clase trabajadora en su conjunto. Las mujeres deberían ser educadas para la liberación y, por medio de su rol social como educadoras de los niños, educarían a los futuros hombres también (Cole, 1953, pp. 189-190). También protestó contra la trivialización de los “trabajos de mujeres”, socialmente degradados; así como contra la disparidad en los salarios que entre hombres y mujeres que hacía el mismo trabajo. Para esta liberación femenina se requería de la mejora de condiciones de los trabajadores masculinos, que harían posible crear esas comunidades cooperativas, los “palacios”, en las que las mujeres fueran tratadas como iguales y se educase a una nueva generación (Talbot, 1991, p. 228). De esta forma, tanto la liberación femenina como la masculina se alimentarían recíprocamente, dependiendo la una de la otra.

Placa conmemorativa a Flora Tristán en Burdeos

Su obra, como hemos visto, trata el tema de la mujer como una problemática troncal dentro de la lucha obrera, hecho en el que es pionera (pese a que otros autores lo tratan y defienden la igualdad entre géneros, esta ocupa un lugar secundario, como puede ser en Fourier).  Su ambición de una organización internacional, aunque poco realista para la época, se cumpliría en el año 1864 con el establecimiento de la Asociación Internacional de Trabajadores (la AIT), aunque su reacción a esta nunca la sabremos debido a su temprana muerte. Igual que Robert Owen, su fe en la educación como método de liberación y el exceso de “personalidad” de su ideología (influida mucho por sus propias experiencias, y no por cuestiones “científicas”, que sí influirían en autores posteriores como Marx y Engels) la hacen similar a los socialistas utópicos de su tiempo, que confiaban en la bondad de los gobernantes y en la educación como método de liberación de la humanidad (Miliband, 1954, pp. 234-235).

Su feminismo peculiar, por considerarlo una parte esencial de la liberación de la totalidad de la clase obrera (nótese que no habla de Humanidad, como hacía Owen u otros socialistas utópicos de su época, sino de obreros), nos lleva a denominar sus ideas como un “socialismo feminista” dentro del socialismo utópico, ya que subordina (aunque ella le daba vital importancia) la liberación femenina a la liberación de la clase obrera.

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