De vida personal turbulenta y de origen franco-español-peruano, Flora Tristán (1803-1844) es la primera mujer en tratar el tema de la mujer de forma clara y de ponerla en un primer plano dentro de la Historia intelectual del socialismo. Sus vivencias personales (su propio marido trató de matarla) y sus observaciones de la situación de la clase obrera la convencieron de que su misión era la de emancipar, a la vez, a la clase trabajadora y al género femenino (Cole, 1953, pp. 186-188). Su figura ya estaba mitificada en su propia época, siendo denominada por algunos autores como una femme-messie (“mujer mesías”), mujer liberada y liberadora. En este artículo trataremos de presentar las ideas principales que emanan de su obra, y de definirlas en términos actuales.
Su plan de acción para la
emancipación consistía en la creación de una organización única para la clase
obrera no limitada al ámbito nacional, sino destinada a defender los intereses
obreros en todo el mundo. Este objetivo lo plasma en su libro Union ouvrière publicado en el 1843, un
año antes de su prematura muerte de fiebre tifoidea a los 41 años. Los
integrantes de esa hipotética organización aportarían una pequeña suma de
dinero que iría dirigida a la emancipación de la clase obrera mediante el
establecimiento de “palacios” que harían la función de escuelas, hospitales,
centros de cultura… para la clase trabajadora. Además, por supuesto, esta
organización protestaría contra los privilegios y defendería el derecho al
trabajo (Cole, 1953, pp. 188-189). Estas reclamaciones eran, quizás, demasiado ambiciosas
para su época, no encajando con la cultura política del momento (Talbot, 1991,
p. 227).
Lo más interesante e innovador de
su obra son sus propuestas en cuanto a la situación de la mujer, cuya igualdad
de derechos con los hombres consideraba uno de los pasos más
importantes para la emancipación de la clase trabajadora en su conjunto. Las
mujeres deberían ser educadas para la liberación y, por medio de su rol social
como educadoras de los niños, educarían a los futuros hombres también (Cole,
1953, pp. 189-190). También protestó contra la trivialización de los “trabajos
de mujeres”, socialmente degradados; así como contra la disparidad en los salarios
que entre hombres y mujeres que hacía el mismo trabajo. Para esta liberación
femenina se requería de la mejora de condiciones de los trabajadores
masculinos, que harían posible crear esas comunidades cooperativas, los
“palacios”, en las que las mujeres fueran tratadas como iguales y se educase a
una nueva generación (Talbot, 1991, p. 228). De esta forma, tanto la liberación
femenina como la masculina se alimentarían recíprocamente, dependiendo la una
de la otra.
Placa conmemorativa a Flora Tristán en Burdeos |
Su obra, como hemos visto, trata
el tema de la mujer como una problemática troncal dentro de la lucha obrera,
hecho en el que es pionera (pese a que otros autores lo tratan y defienden la
igualdad entre géneros, esta ocupa un lugar secundario, como puede ser en Fourier).
Su ambición de una organización internacional, aunque poco
realista para la época, se cumpliría en el año 1864 con el establecimiento de
la Asociación Internacional de Trabajadores (la AIT), aunque su reacción a esta
nunca la sabremos debido a su temprana muerte. Igual que Robert Owen, su fe en
la educación como método de liberación y el exceso de “personalidad” de su
ideología (influida mucho por sus propias experiencias, y no por cuestiones
“científicas”, que sí influirían en autores posteriores como Marx y Engels) la
hacen similar a los socialistas utópicos de su tiempo, que confiaban en la
bondad de los gobernantes y en la educación como método de liberación de la
humanidad (Miliband, 1954, pp. 234-235).
Su feminismo peculiar, por
considerarlo una parte esencial de la liberación de la totalidad de la clase
obrera (nótese que no habla de Humanidad, como hacía Owen u otros socialistas
utópicos de su época, sino de obreros), nos lleva a denominar sus ideas como un
“socialismo feminista” dentro del socialismo utópico, ya que subordina (aunque
ella le daba vital importancia) la liberación femenina a la liberación de la
clase obrera.
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