24/2/22

Las muchas lecturas de Drácula

El Conde Drácula, creado por el irlandés Bram Stoker, es el más famoso de todos los vampiros, y reconocido por la crítica ya en 1897, cuando se publicó originalmente, habiendo recibido la novela a la que da nombre buenas críticas por parte de autores tan importantes como Arthur Conan Doyle u Oscar Wilde, que además era amigo personal de Stoker. Drácula, la novela, es una obra epistolar narrada desde varios puntos de vista, y Stoker tardó siete años en componerla por el meticuloso trabajo de investigación que llevó a cabo (investigando sobre, por ejemplo, Transilvania, o naufragios, para retratar con fidelidad el naufragio del Demeter). Drácula marcaría la estructura y gran parte del imaginario que ha llegado a nuestros días respecto a los relatos de vampiros, que comenzaría Polidori. El castillo sobre un precipicio en el que habita el Conde, por ejemplo, es una de las imágenes más características de los relatos de estas criaturas y una imagen muy paradigmática del paisajismo romántico, entre otros muchos de los tropos vampíricos que Stoker cristalizaría con Drácula (López Frías, 2017, pp. 86-89).

Portada de Drácula, 1901. Archibald Constable & Co Ltd.

Si Polidori comenzó el mito, y Le Fanu popularizó a las vampiresas, Stoker cristalizó el mito en nuestra cultura construyendo sobre los arquetipos que estos crearon, siempre con un trasfondo gótico. Cualquier persona es capaz de describir a Drácula, especialmente al cinematográfico (Twitchell, 1980, p. 84), porque se convertiría en el arquetipo de vampiro por excelencia. El Conde, que tiene la intención de mudarse de su hogar ancestral en Transilvania a Londres, se involucrará con Jonathan Harker y su prometida Mina Murray. Tras aterrorizar a Jonathan, con ayuda de tres vampiresas que habitan en su castillo, se mudará a Londres, donde matará y convertirá en vampiresa a Lucy Westenra, amiga de Mina. Tras esto, Jonathan, Mina, los tres pretendientes de Lucy y Abraham Van Hellsing, que ocupará de cazavampiros de la novela, darán caza al conde, finalmente viajando a su castillo en Transilvania para darle muerte.

Stoker recoge parte de la tradición vampírica anterior, como el poder de los vampiros de convertirse en animales (que no tenían por qué ser murciélagos) o su debilidad ante ajos y cruces, y la altera, añadiendo elementos que no aparecían antes como la incapacidad de reflejarse en espejos o el no proyectar sombra, elementos que se añadirán al repertorio de características típicas de estas historias. Además de la tradición literaria, ya que se cree que una de las grandes inspiraciones para la creación de Drácula fue la lectura de Carmilla (Paradela, 2012, p. 213), Stoker también cogería elementos de la Historia, pareciendo Drácula inspirado en Vlad el Empalador, como muestran los pasajes que se refieren al pasado del Conde. Otras interpretaciones le dan un origen irlandés, y no transilvano, al Drácula de Stoker. Concretamente, ponen su origen en los vampiros irlandeses, que se habían comenzado a estudiar alrededor del 1880 (Curran, 2000, p. 15), aunque esta no es otra de las muchas interpretaciones que se le han dado a la creación del Conde.

Drácula ha sido interpretado, muchas veces, como una fuerza anárquica, que irrumpe el orden burgués, alterando su pureza social y sexual. Sin embargo, el Conde no parece una fuerza anárquica: está atado a normas, y es destruido por el conocimiento de sus normas (aversión al ajo, rosas, imposibilidad de salir de noche, necesidad de dormir en su ataúd,…) (Ferguson, 2004, p. 230). También se lo ha leído en ocasiones como un estereotipo antisemita, aunque no nos detendremos en ello, por brevedad (Loew, 2021, pp. 144-147). Los héroes parecen representar al mundo moderno, con su ciencia, sus máquinas de escritura, trenes o viajes de un lado a otro del Canal de la Mancha,… contra una criatura antigua, que representa la irracionalidad (McWhir, 1987, pp. 31-34) y el pasado feudal (Mubarki, 2020, p. 1), pese a estar atada a normas estrictas. Sin embargo, las interpretaciones más populares sobre Drácula son las sexuales, tanto la que ve a Drácula como un depredador de mujeres, como Lucy o Mina; como la que lo ve como otro caso de demonización de la homosexualidad, como ya lo era Carmilla y otros vampiros anteriores.

Bram Stoker, 1906

El rol de las mujeres en Drácula es múltiple: de malignas vampiras, como las que habitan con Drácula en su castillo e intentan seducir a Jonathan; a víctimas convertidas en monstruos irracionales, como Lucy; a heroínas sacrificadas reminiscentes de la Nueva Mujer (Senf, 1982, pp. 33-34), como Mina Harker, quizás el personaje más inteligente de la novela junto con el propio Van Hellsing. Drácula, además de mostrar interés en Mina, muestra interés también en Jonathan, interés que algunos autores han interpretado como interés homosexual oculto (Nee, 2020, pp. 81-83). Otras interpretaciones de la relación entre el matrimonio Harker y Drácula lo leen de forma más tradicional: de lucha por la posesión de Mina, viendo a Drácula como agresor y depredador, con Jonathan defendiendo a su mujer (Kuzmanovic, 2009, pp. 411-422).

La interpretación que ve a Drácula como otra visión demonizada de la homosexualidad suelen argumentar tanto esta supuesta infatuación de Drácula con Jonathan, como con la especulación respecto a la propia sexualidad de Stoker. De hecho, Stoker comenzaría a escribir Drácula un mes después del encierro de Wilde, con quien tenía una relación en ocasiones leída como amorosa. ¿Es probable que Stoker fuese homosexual y estuviera en el armario (Schaffer, 1994, pp. 381-385), y la caracterización de Drácula como homosexual (aunque tampoco hay unanimidad en esta lectura del Conde) sirviese como tapadera tras ver las consecuencias de no permanecer en el armario lo suficientemente bien, como le ocurrió a Oscar Wilde?

Bela Lugosi interpretando al Conde, 1931. Universal Studios.

Sean cuáles fueran las intenciones de Stoker al escribir Drácula, lo importante es que creó un tipo de vampiro que se cristalizaría en nuestra cultura, y que crecería y evolucionaría en el futuro. El vampiro de Drácula es una criatura irredimible, que no se refleja en espejos ni sobrevive al contacto de la luz solar. Es vulnerable al ajo, a las rosas y a los crucifijos, y tiene la capacidad de controlar y de convertirse en animales (entre ellos el murciélago); y su víctima predilecta son las mujeres casaderas. Del arquetipo de Drácula saldrán los diferentes vampiros, con diferentes características, que poblarán el cine y la literatura de todo el siglo XX (Clasen, 2012, pp. 391-393). Pero Drácula no pudo existir sin Ruthven ni Carmilla, y por eso era necesario destacarlos, así como era necesario destacar uno de los temas más comunes de la narrativa de vampiros que aquí hemos expuesto: la depredación de mujeres (y hombres) jóvenes, en ocasiones caracterizada como transgresión sexual que debe ser castigada.

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